(La autora Vanessa Rico a los 11 años, pescando en Devil’s Lake en Wisconsin.)

Han pasado 40 años desde que mi mamá pisó por última vez su México natal.

En julio de 1982, ella y mi papá vinieron a los Estados Unidos para brindarles a sus hijos mejores oportunidades educativas. Una vez aquí, pasaron hambre de una manera que jamás habían sufrido. Mis hermanos eran niños pequeños, de 2 y 5 años de edad, cuando fueron desplazados.

Mis padres trabajaban muchas horas como muchos otros inmigrantes — mi madre como trabajadora de textiles en una fábrica y mi padre en el campo. Enfrentaron obstáculos a cada paso, incluyendo barreras lingüísticas, penurias económicas y racismo.

¿Se imagina caminar por un crudo invierno de Chicago con sus dos hijos mayores a su costado, y su bebé atado a su cintura en en un rebozo colorido (un chal mexicano tradicional usado como un portabebés), sopesando las opciones entre comprar un paquete de pañales o alimentar a su familia? Esa era nuestra realidad.

A pesar de las dificultades, las palabras inspiradoras de mi mamá me siguen a todos lados: “Nunca le niegues a nadie un bol de frijoles, aunque sea todo lo que tengas, mija.”

Mientras celebramos el Mes de la Herencia Hispana, el cual comienza el 15 de septiembre, mi historia puede resonar con muchos en Chicago e incluso más allá. Mi mamá se aseguró de celebrar nuestros valores, costumbres y tradiciones todos los días.

The author's family from left to right: brother Gilberto, sister Eliut and mother Elvira Limas.

La familia de la autora, de izquierda a derecha: su hermano Gilberto, su hermana Eliut y su madre Elvira Limas.

Muchos de nosotros crecimos con el dicho, “Ni de aquí, ni de allá.” 

En realidad, sin embargo, somos 100% de aquí y 100% de allá. La cultura Latine es cultura estadounidense.

Celebramos la vida en los Estados Unidos y nos sentimos conectados con ella aquí. Muchos de nosotros nacimos aquí o nos criamos aquí. Algunos de nosotros nacimos en nuestros países Latines respectivos pero a fin de cuentas — este es nuestro hogar ahora y siempre lo será. 

(Para aquellos que no están familiarizados con la palabra “Latine,” es una forma neutral respecto al género de la palabra “Latino”. Me gusta porque su pronunciación se siente más genuina para el idioma español que “Latinx.”) 

Como una estudiante universitaria de primera generación, yo me hacía presente para mis ancestros. Llevé su esfuerzo en mis hombros y los representé con orgullo cuando recibí mi diploma. Graduarme no fue un momento individual si no una oportunidad colectiva para demostrar mi presencia y orgullo — para mi familia, mis vecinos, la comunidad Latine y las generaciones que enfrentaron muchas adversidades antes que yo. 

Todos los días, nos hacemos presentes fomentando la esperanza entre aquellos que nos rodean, al pronunciarnos en contra de las injusticias que las personas Latines sufren. Somos doctores, profesores, poetas, músicos, funcionarios electos y benefactores. Estamos educando a la siguiente generación, dándole recursos e inspirándola a sentirse orgullosa de su herencia. 

Hemos mantenido nuestro amor por nuestra comida aromática, llena de sazón y picante en el paladar; nuestra música vibrante, llena de giros y vueltas, que induce al baile; y nuestras tradiciones y cálida hospitalidad. Hay tantas formas en que la cultura Latine enriquece y anima la rica complejidad de la vida estadounidense.

Vanessa Rico as a toddler, in the arms of her brother Gilberto. 

Aun así, a pesar de nuestras innumerables contribuciones, sabemos que los hogares Latines son afectados desproporcionadamente por la inseguridad alimentaria, aquí en Chicago y en ciudades a lo largo del país. 

Las personas Latines tienen 2.5 veces más de probabilidades de sufrir inseguridad alimentaria que las personas blancas, según Feeding America 

¿Por qué? Racismo, oportunidades educativas desiguales y barreras culturales — muchas de las mismas barreras que mis padres enfrentaron como inmigrantes. 

Queremos un futuro mejor para mis dos hijos, Adriel, de 9 meses, y Elissa, de 8 años. Y me siento orgullosa del trabajo que hacemos en Nourishing Hope para servir a todos nuestros vecinos con respeto y dignidad.

Como alguien que creció yendo a despensas de alimentos, a menudo me he sentido conmovida por la consideración y representación de nuestra cultura a través de los programas de alimentos. Mi madre pudo recibir servicios y se sintió cómoda y conectada con los alimentos que recibió a través de su pedido por el mercado virtual de Nourishing Hope. Recibió tortillas y frijoles pinto, arroz y carne que podía usar en platos tradicionales. 

Nuestros servicios sociales han ayudado a muchos de nuestros vecinos Latines a ayudar a sus familias, ya sea aquí en los Estados Unidos o en sus países de origen. He visto el brillo en sus ojos cuando la carga devastadora de una cuenta se disipa. Pueden cambiar su enfoque a invertir en el futuro de sus hijos. Pueden ser héroes cotidianos nutriendo a sus familias y comunidad. 

Este Mes de la Herencia Hispana, mi familia y yo nos adentraremos en nuestra historia familiar a través de los cuentos. Disfrutaremos de la textura cremosa y el sabor picante del molé, un plato mexicano tradicional. Recordaremos los sacrificios de nuestros padres y abuelos. Celebraremos las esperanzas y los sueños de nuestros hijos. 

Levantaremos nuestras banderas en alto y daremos el Grito de Dolores.

Mi hogar siempre será 100% de aquí y 100% de allá.

(Vanessa Rico es una asociada de donaciones individuales en el equipo de desarrollo de Nourishing Hope, madre orgullosa de dos hijos pequeños y 100% Latine.)